domingo, 18 de mayo de 2008

Por qué no te duermes preciosura 2

No me queda otra que recordar un comercial de televisión, creo que podría protagonizar la segunda parte: papá intentando hacer dormir a su pequeña.

El baño de Nina

Desde sus primeros días, el baño es uno de los momentos que más disfruta la pequeña Nina. Sus baños por lo general son todas las noches entre ocho y media y nueve. A la pequeña Nina le encanta bañarse. Participamos del ritual su mamá, su abuela y yo. Prácticamente no llora y disfruta del agua tibia mezclada con manzanilla. Le gusta estar boca arriba pero por sobretodo, estar boca abajo, donde estira sus piernas y mueve el cuello.

El baño es uno de sus momentos de mayor placer y calma. Instantes de serenidad. Reencuentro con nuestra condición de anfibios

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Por qué no te duermes mi preciosura...



Le dimos de lactar, le dimos unas gotitas para los gases y finalmente la pusimos sobre la cunita. Comenzó a llorar y me propuse con paciencia hacerla dormir.
Comienza llorando 16 minutos seguidos llegando a tener como cuatro picos de llanto intenso ante los cuales solo me queda sonreír sorprendido ante tanta fuerza con la que llora, luego se calma unos diez minutos, los ojos a punto de cerrarse y de nuevo a llorar son sus correspondientes picos para volver a calmarse después de diez minutos y los ojos nuevamente a punto de cerrarse, entre dormida y despierta, pero no cierra los ojos aunque los parpados le pesan y nuevamente estalla el llanto por tercera vez, otros minutos más de escucharla con la consigna de no sacarla de la cuna, le hablo, le canto hasta cancioncitas en latín y comienza a calmarse, calla, por ahí hasta sonríe, nuevamente los ojos a punto de cerrarse, vuelve a estallar un llanto más, pero corto, de unos dos minutos y vuelve a calmarse y esta vez, después de varios minutos de espera por fin , sus ojitos llegan a cerrarse y comienza dormir.




Estoy con ella diez minutos, dejo de moverle suavemente su cunita, voy bajando el suave modular de mi voz, las luces están bajas, ya llevo un poco más de una hora y quince minutos intentando hacerla dormir, todo es ya quietud, espero que pueda dormir al menos unas tres horas pero de pronto, cinco minutos después de haberme parado sucede lo peor: nuevamente estalla en llanto, le pongo el chupón y nada, sigue llorando y llorando y esta vez ya no jalo, se agoto mi paciencia, me ha puesto en jaque, llevo varias horas sin dormir y de mis labios ya no pueden salir palabra de amor, provoca decirle “cállate carajo! pero le digo a su mamá que se encargue y salgo despavorido de la habitación.

Lactancia: la ballena azul

Estos animalitos realmente sí que lactan. Se trata de la Ballena Azul. En algunos ejemplares se han encontrado longitudes de 33 metros y pesos de 190 toneladas, con tamaños ligeramente superiores en las hembras que en los machos.

Durante el periodo de lactancia (unos 10 meses), las hembras poseen en cada uno de los surcos mamarios una glándula que mide alrededor de 2 m. de longitud, 60 cm. de ancho y 30 cm. de espesor. Una cría de Ballena Azul puede ingerir por encima de 600 litros de leche por día, y doblar su peso en una semana.

Séptima Semana



Vamos pasando los avatares propios de los padres primerizos. Para comenzar, ya más relajados con el tema del peso. La pequeña Nina esta en los tres kilos y medio y la última semana subió 300 gramos. La dieta alimenticia de la mamá ha estado acompañada de un par de litros diarios de agua de quinua con manzana y mates preparados con hinojo para tener más leche. Hace cuatro días hemos dejado de darle leche de fórmula. Y lo más importante, la mamá va ganando seguridad en relación a su propia producción de leche que se va regularizando. Pienso en las distintas presiones a las cuales de una u otra manera una madre primeriza puede estar sometida: qué tanta leche es capaz de producir, que si la leche materna o si la leche en fórmula, que si eres una madre apta o no apta, una buena madre o no.

Probablemente, estas primeras semanas han sido más fuertes que el embarazo mismo. Más allá de las despertadas de madrugadas, los llantos, los cambios de pañales, que si debe dormir en la cama o en la cuna y por supuesto, también todos aquellos momentos de pleno disfrute; lo que más me impresionó inicialmente fue todo lo que implicaba la lactancia. De la lactancia tenía tan solo breves imágenes de mujeres dando de lactar en distintas circunstancias y nada más. Desconocía absolutamente lo fuerte e intenso que podía ser. Normalmente se tiende a presentar el lado más idealizado de la lactancia, todos hablan de sus beneficios como alimento y como vínculo afectivo. Pero recién en la práctica misma, uno descubre los puntos límites donde es básicamente la mujer quien sufre los mayores estragos. Hay tramos que llegan a ser agotadores, extenuantes y hasta dolorosos. Por momentos, mi chica me pide un chocolate para disfrutar del placer de su sabor y le escucho preguntarse qué ha sido del placer del cuerpo, pues hay momentos que se viven como la suma de un cúmulo de sensaciones displacentareas. La bebita es un pequeño mamífero convertida en vampiro que se alimenta de leche, prendida durante horas a la teta en prolongadas jornadas, confinando a su madre a ser prisionera en un metro cuadrado, sin poder levantarse y por momentos, ni siquiera poder ir al baño. Las jornadas interminables de madrugada que se juntan con la falta de sueño, los dolores de cintura y de columna y la bebita que no abandona la teta, pide más y más; el cuerpo y la mente llega a un punto cercano al colapso. Pueden llegar momentos un tanto loqueantes, el síndrome “lanza al bebe por la ventana” y entiendo entonces varias cosas: por qué existe la depresión post parto, por qué el crimen de una mujer en circunstancias como estas puede tener ciertos atenuantes, por qué la ley prevee al menos tres meses de licencia para la madre e incluso, entiendo con justa razón, por qué una celebración como la del día de la madre.

Todo me remite también a nuestra condición de frágiles animales mamíferos, donde lo natural y lo cultural se han confundido con el tiempo. Cómo era tener hijos en la época de la cavernas, en la edad media o hace un siglo. Por lo general como especie intentamos omitir nuestra condición de simples mamíferos, me parece curioso y fascinante contemplar la calle e imaginar que absolutamente todos, en mayor o menor medida fuimos unos pequeñines indefensos prendidos en algún momento a una teta. La pequeña Nina es básicamente un mamífero.

Pero pasan las semanas y también nos vamos adaptando. El buen humor es fundamental, sobre todo algunos comentarios de humor negro. Mientras tanto, los días también te dan otras tantas cosas que valen la pena, como esos momentos en que surge una conexión comunicativa con ese pequeñito ser, o sus primeros balbuceos, o cuando vas descubriendo como su mirada comienza a detenerse en la luz o cuando su cuerpo arroja un suspirito y algo en ella se relaja.

Estamos pasando probablemente el tramo más difícil, estamos llegando al mes y medio y todos dicen que son los primeros tres meses los más duros.

Mientras tanto, ahora que encuentro unos breves minutos para entrar a la computadora y escribir en el blog, voy escuchando algunas divertidas carcajadas de la mamá que vienen de la habitación de a lado, ha terminado de darle de lactar y juega con su pequeña cachorrita.