domingo, 23 de marzo de 2008

A dos semanas de la "hecatombe"



Faltan aproximadamente dos semanas y en estos días deberíamos estar decidiendo finalmente la fecha para la cesarea. Por ahí me comentaron incluso que chequeará la fecha y hora como para saber qué pasaba con los astros. Mientras tanto, muchas cosas van pasando en esta cuenta regresiva. Tenemos ya lo necesario por si la bebé naciera mañana. Las últimas semanas han sido visitas a tiendas de bebés, ropita de bebé, revisar distintos y múltiples utensilios que se requieren, el moisés, la cunita y el cuarto de la bebé. De una larga lista inicial de pendientes cada vez va quedando menos y todo va quedando listo. Mi chica comanda la operación. Durante las últimas noches se despierta a mitad de la madrugada en prolongados insomnios alimentados por temas diversos como la disposición de la cuna en el cuarto, dónde debería ir la bañera, dónde la vamos a cambiar de noche y hasta los beneficios de la criogenización.

Nuevamente vuelvo a pensar en cómo serán los días que vendrán dentro de dos semanas, cómo será cuándo la pequeña Rohdecita de un día para otro ya este con nosotros en casa. El comentario más frecuente sigue siendo el “aprovecha el tiempo”, “duerman!!!”, “olvídate, nada volverá a ser lo mismo”. Un bombardeo de comentarios y uno recibe muy pocas palabras de aliento y optimismo. Recuerdo aquellos días previos a mi matrimonio y por dónde iban los comentarios: “Qué estas haciendo!!!!” el matrimonio aparecía como una experiencia terrible y el fin de la libertad entre muchas otras cosas. Pero también descubro que si bien tiene sus lados “terribles” no lo es tanto como decían.

Nuevamente afloran los fantasmas de la realización personal, la familia, sus responsabilidades, los hijos, las labores de manutención y muchas otras responsabilidades de la vida adulta que nos alejan con el tiempo de nuestros planes y deseos, que nos alejan de nosotros mismos. El fantasma de la exclusión entre matrimonio-familia y proyectos personales, el miedo a tener que posponer lo tuyo. Hay muchas cosas que no he hecho en la vida y si no las he hecho hasta ahora solo ha dependido de mi y ha sido mi responsabilidad y dependerá de mi en adelante.

Que tanto cambiarán las cosas de un momento a otro y qué tanto comenzarán a cambiar poco a poco. Qué tanto iré cambiando yo, qué tanto cambiará mi chica ahora convertida en madre, cuánto cambiaremos como pareja, por dónde vendrán las peleas y los conflictos en esta nueva etapa; qué será de nosotros.

Hay algo que tengo claro, lo cierto es que durante los primeros meses tendré que acostumbrarme al ritmo de la pequeña, es imposible exigirle que se acostumbre a mis ritmos y tiempos. Siempre he sido muy exigente con mis tiempos, rutinas y hábitos. Tendré que acostumbrarme al ritmo de alguien con quien no es posible dialogar ni ponerse de acuerdo ni llegar a compromisos. La paternidad es una experiencia que supone necesariamente desprendimiento. Por momentos hay angustia, trato de llevar las cosas con serenidad y decirme que de lo que se trata también es de disfrutar la experiencia y que no necesariamente tiene que ser vivida como una hecatombe en nuestras vidas. Creo que mucho dependerá del valor que le de a la experiencia.

miércoles, 5 de marzo de 2008

A prácticamente un mes



En estos días las conversaciones que genera el embarazo van derivando entre otras cosas en los famosos dolores del parto. Por distintos lados, ya sea la suegra, algunas tías o amigas que han pasado de cerca por la experiencia, lo cierto es que los relatos se van centrando en los distintos momentos del parto. Comienzo a entender qué es eso de romper fuente y esa sensación semejante a orinar, cuál es la función de las famosas contracciones y las dilataciones, cuándo ir al hospital, la epidural, el momento de pujar y los dolores. Cada mujer reacciona emocional y físicamente a su manera, pero finalmente el cuerpo obedece a una programación que data de varios millones de años.

Están las historias de los hombres que deciden no entrar a la sala de partos y que el momento del parto tiene algo impresionable, o aquellos que han entrado a la sala de partos y han sufrido algún tipo de desmayo. Un amigo me relataba el momento en que estuvo junto a su esposa en el parto, contaba como iba saliendo lentamente el cuerpecito de su hijo, la primera aparición de la cabeza, los hombros y el resto del cuerpo, el color y su textura, y la sensación que tuvo al cortar el mismo el cordón umbilical de su hijo. La escena del parto se convierte en una de esas experiencias para nunca olvidar. Al escucharlo provoca que el parto sea natural y estar presente.

Ayer tuvimos una ecografía, la placenta no ha terminado de subir y por lo tanto se tendría que programar una cesárea. En estos días escuche un relato sobre la experiencia de cesárea y que también tenía sus momentos de emoción. La mujer esta despierta, esta básicamente consciente, la operación es muy rápida y pronto aparece la criaturita para encontrase cara a cara con la mirada de su madre. Dos amigos de la madre estuvieron presentes.

Inicialmente la clínica en donde dará a luz mi chica tiene en el reglamento que ni el padre ni parientes pueden estar presentes durante la cesárea. Tendré que ir pensando algún argumento para acceder a la sala de operaciones. Me gustaría estar con mi chica y participar de la sensación de esos primeros momentos de su llegada, de su cuerpecito arrugado y de su primer llanto. Conectarme con esa condición de recién llegadita al mundo. Mientras tanto en los próximos días habrá que ir programando la operación, sería como para el cinco de abril, es decir, a tan solo de un mes.